Los blogs que lee Letizia

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Monday, March 31, 2008

Premio Dardos

 
 
Quiero hacer un viaje oficial a Londres lo antes posible. España es un gran país y tenemos que estrechar nuestras relaciones bilaterales con Inglaterra, sobre todo después de que los franceses enviaran a Carla Bruni a fotografiarse con nuestra prima Isabel II.
 
 -Habla con Zapatero, Felipe, y arregla lo del viaje.
 -Cálmate, Leta. El Presidente está muy ocupado. Tiene que preparar el discurso de investidura y comprobar que sus socios parlamentarios van a votarlo.
 -Pídele el avión grande para ir a Londres.
 -Haré lo que se pueda, Leta.
 
 Cuando mi Felipín dice "haré lo que se pueda", quiere decir que no hará nada. Decidí pedir el vestuario necesario para pasearme por la capital británica del brazo de mi Felipín mientras no se me ocurría la manera de acelerar mi visita oficial a tierras inglesas.
 
 -Necesito ochenta vestidos cortos, diez mantones de Manila, quinientos pares de zapatos manolos y ...
 -No puede ser, Alteza -me interrumpió el contable Carlos-. Su pedido acaba con el superávit presupuestario.
 -Olvídate del superávit, contable Carlos.
 -El presidente Zapatero me ordenó no gastarlo, Alteza.
 
 El contable Juan nos propuso financiar mi vestuario con publicidad.
 
 -Yo soy liberal, Alteza, y el liberalismo es contrario al Estado. El mercado es el rey, es la mano invisible.
 
 -No entiendo nada, contable Juan. ¿Me hablas de fantasmas?
 -No, Alteza, le hablo de una solución real: poner en sus vestidos publicidad. Por ejemplo en la falda puede llevar un anuncio de Endesa, en una manga otro de Iberia, aquí por delante el logotipo de Repsol.
 
 Salí de las oficinas de nuestros contables escandalizada. Si el liberalismo económico consiste en ir vestida como un jugador del Real Madrid, yo prefiero ser comunista. Se lo dije a mi doncella:
 
 -Prefiero ser comunista, Maripuri. Dios nos libre de la derecha del liberalismo económico. Iríamos disfrazados de vallas publicitarias.
 -Usted a ese viaje a Londres debe llevar un pin que ponga "Gibraltar español".
 -¡Maripuri!
 -Lo puede poner en la solapa izquierda del traje de chaqueta o en el gorro.
 -No me gustan los gorros.
 -En Londres hace frío. Debe llevar una pamela calentita, mi Princesa, y un abrigo. Carla Bruni iba vestida de color aburrimiento. No sé le ocurra copiarle el traje.
 -Iré de Lorenzo Caprile, Maripuri.
 -Debe ir de Agatha Ruiz  de la Prada para que Pedro J. deje de meterse con la Monarquía.
 
  El mundo nos trae de cabeza. Airea todos los libros que publican poniéndonos verdes. El último es un libro de cartas robadas. Espero que cuando nos coronen a mí y a mi Felipín cesen los escándalos que nos monta la prensa.
 
 -¿Para cuándo sale mi viaje a Londres, Maripuri?
 
 Mi doncella no encontraba tal viaje. Yo creo que su tarot anda un poco equivocado.
 
 -Le dan un premio.
 -Si es el de miss Mundo, no lo acepto. La segunda dama de España tiene que ser más modosita que Carla Bruni.
 -Es el premio Dardos que le concede doña María Ángeles Cantalapiedra por su simpatía.
 -¡Qué alegría!
 
 Se lo comunique a mi Felipín antes de dormirnos en un acto íntimo.
 
 -Nuestros súbditos te aman, Leta. Su Majestad se alegrará mucho al saber que ganas adeptos con tu simpatía.
 -¿Qué hay de nuestro viaje a Londres?
 -Tenemos que aplazarlo. Sarkozy quiere traernos a Carla Bruni por Madrid.
 -Tú no te verás con esa mujer. Te lo prohibo, Felipe.
 -Yo sólo tengo ojos para ti, mi amor.
 
 Así será. No permitiré que mi Felipín mire a Carla Bruni como la miraba el duque de Edimburgo. Yo a mi marido le exijo lealtad, fidelidad y amor.
 
 -¿Brindamos por tu premio a la simpatía?
 -¿Y si me emborracho?
 -No importa, Leta, aún tenemos edad para hacer botellón.
 -Espera, Felipe, voy a decir muchas gracias. Repite conmigo: "moitas grazas".
 
 Mi Felipín no acaba de dominar el idioma materno de Maripuri. Se lo hice repetir diez veces, porque los premios, quien está escribiendo este blog, siempre los agradece en el idioma del corazón.
 
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 Vuestra Princesa le entrega el premio Dardos a:
 
 
 
 
 



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Tuesday, March 25, 2008

La educación de las Infantitas



Me siento muy orgullosa de mis Infantitas. Son unas monadas. ¡Cómo saludan a su Pueblo! Sofía, antes de cumplir un año, ya sabe hacer el saludo zarzuelero. Es un mérito de mi doncella. Maripuri les da clases de saludos correctos todos los días.

-Temí que se hubieran olvidado de mis enseñanzas durante las vacaciones, mi Princesa, pero se ve que son unas niñas listas. Han salido a usted.
-No lo dudes, Maripuri. Leonor aprueba los exámenes de la escuela infantil con sobresalientes. No sé en qué colegio la vamos a matricular. En Madrid no hay un centro escolar digno para los estudios de una futura reina de España.
-Sí que lo hay, mi Princesa. Cualquier colegio público madrileño puede preparar a una futura reina.

Maripuri se nos vuelve comunista. ¡Qué retroceso, señor! Cuando Izquierda Unida casi desaparece del Hemiciclo, mi doncella filtrea con las ideas de Carlos Marx.

-El ciudadano Juan Carlos quiere matricular a la ciudadana Leonor en el Colegio Público Catalán -me informa la niñera Rafaela-. Ya habló con Espe.
-Pues va a ser que no, Rafaela. Los niños de Cristina, viviendo en Barcelona, no saben ni una palabra en catalán. No será mi hija mayor la que se catalanice.
-Primero se galleguizará, mi Princesa -nos interrumpe Maripuri-. Una infanta de España tiene que saber gallego. Yo se lo enseñaré.
-Me vais a volver loca a la Heredera del Heredero.

Mi niña tiene un futuro difícil. Mi Felipín y yo intentamos protegerla, pero vamos a tener que acceder a las peticiones de los más críticos con la Monarquía porque el resto de la Familia Real no quiere colaborar.

-Preferimos ser republicanos -explotó mi cuñado Iñaki minutos antes de la misa de Resurrección -.Estoy harto de tanta foto.
-Yo también -dijo Cristina-. Ojalá hubiera nacido pobre.
-No te imagino pobre, Cris -comentó Elena-. ¿Quién iba a pagarle a tus hijos el Liceo francés?
-¡Mi marido! Iñaki trabaja de sol a sol.
-Mi papá también trabaja -intervinó Froilán-. Es tan monárquico que me lleva a los toros. Dice mi papá que los monárquicos somos currantes.

Doña Sofía arrastró a su nieto mayor hasta su despacho. Está muy disgustada porque al niño le gusta la ganadería brava.

-Ya no hay nada que hacer -me cuchichea mi Felipín-. La Reina pierde el tiempo riñéndole a Froilán. Ese niño se nos ha marichalizado.

Mis niñas, en cambio, no caerán en la tentación de la tauromaquia. Ni a mí ni a mi Felipín nos gustan los toros. Lo nuestro es la caza. Estas vacaciones no practicamos el tiro al jabalí porque en Mallorca no hay caza mayor, pero iremos a los montes de Toledo con los amigos de Su Majestad a pegar tiros.

-¿Soy cristiana, mami? -me pregunta mi niña Leonor en la catedral.
-¡Claro! Eres cristiana católica apostólica romana española monárquica. Besa el anillo del arzobispo, anda.

Mi niña obedeció. Froilán sabrá mucho de toros, pero mi Leonor sabe besarle la mano a los obispos y saludar a nuestros leales súbditos.

Monday, March 17, 2008

Preparando las vacaciones de Semana Santa



He decidido tirar la casa por la ventana estas vacaciones. Todavía tenemos dinero abundante en la cuenta corriente del Banco Santander y hay que disfrutarlo antes de que nos lo devore la inflación de los productos de primera necesidad.

-Marcho de tiendas, Felipe. ¿Qué quieres que te compre?

Mi Felipín se puso a pensar y no se le ocurría nada.

-Necesitas otros pantalones. Ésos que llevas te están apretados. Hay que comer menos, Felipe.
-No puedo trabajar hambriento, Leta. Mi carácter se agria mucho cuando no como lo que reclama mi estómago.

Es lo que ocurre cuando un hombre está tanto tiempo esperando para trabajar. El paro hace estragos en la salud. No es que mi Felipín sea un parado como los del INEM, no. Es un desempleado de trabajo de rey que ocupa su tiempo como príncipe. Me lo explicó mi doncella el otro día:

-Su Alteza es como los desempleados que hacen un cursillo.

Según Maripuri, un hombre que no tiene nómina no pertenece a la población activa. Y nómina, la verdad, es que mi Felipín no tiene. Quien cobra del Estado es Su Majestad.

Pasé todo el día comprando trapitos. Lorenzo Caprile tuvo que echarme de su tienda para que no se la vaciara.

-Marche, Alteza, por favor. Y deje ese vestido de terciopelo que ya me lo pagó la duquesa de Alba.
-¡Lo llevo! Dale a Cayetana mis más sinceras gracias por ir por ahí dejando los vestidos pagados.
-¡Princesa! ¡No es su talla!


Cuando llegué al taller de Felipe Varela aún oía los gritos de Lorenzo. Felipe también se escandalizó al verme comprar.

-Hay crisis, Alteza.
-¿Cómo no va a haber crisis si os negáis a vender el género? Con vuestra actitud vais a dejar a media España sin trabajo.

En "el Corte Inglés" más de lo mismo. Las empleadas , en vez de atenderme, cotilleaban.

-¿Podéis ayudarme?
-¿En qué puedo ayudarla? -me preguntó una empleada jovencísima.
-¿Cuántos años tienes, criatura?
-Soy mayor de edad y tengo papeles.

No dije más. La chica tenía acento ruso.

Llegué a mi Palacio cargada de paquetes.

-Las Infantas se negaron a comer, mi Princesa.
-No me vengas con tonterías, Maripuri, ¿no ves que estoy preparando las vacaciones? Toma. Este vestido blanco es para ti. También puedes quedarte con estos zapatos. Con las prisas me equivoqué de número.
-Usted derrochando el dinero y la infanta Elena tuvo que vender su anillo de casada para pagar las facturas.
-Elena tienen que casarse con un millonario lo antes posible.
-Eso le dijo Berlusconi a una mileurista italiana.
-Le dijo la verdad del barquero: sin dinero no hay paraíso.
-Para llegar al paraíso también hacen falta tetas.
-¡Maripuri!
-Me encanta el Duque, mi Princesa. Estoy enamorada de Rafael Duque.

Quedé a cuadros. Mi doncella hablaba como una adolescente.

-Yo soy la mujer que necesita y é es el hombre que arreglaría mi vida. A su lado conseguiría todo lo que quiero.
-¿al lado de un actor?
-Me refiero al personaje. el Duque es un hombre con dinero y con poder.
-Tienen razón los obispos, Maripuri: se acaba la democracia. Si las españolas solteras os enamoráis de los narcotraficantes, ¿Con quiénes se van a casar los hombres de nuestro país?

Maripuri se enfada. Dice que la democracia no se acaba.

-La democracia española no depende de mi estado civil.

Empiezo a pensar que mi estado civil, en cambio, tienen alguna relación con la democracia. Si hubiera dictadura, no habría reyes, ni príncipes, ni infantas, ni yo sería la Princesa, ni podría ir de compras, ni iría de vacaciones a Mallorca esta Semana Santa.

Tuesday, March 11, 2008

¿Ganaríamos unas elecciones?



Estos días de campaña electoral y elecciones a la Presidencia del Gobierno, mi Felipín y yo estuvimos pensando si ganaríamos unas elecciones a la Jefatura del Estado.

-Los tiempos han cambiado, Felipe, y deberíamos ir ensayando los debates electorales para cuando Su Majestad te dé vía libre para reinar.
-¿Quieres que debatamos tú y yo en televisión, Leta? -me preguntó.
-No, hombre, no. Tendremos que debatir con el candidato de la República.
-¿Y quién es el candidato de la República, Leta? ¿Zapatero?
-Podría ser.

Mi Felipín se asustó. Dijo que los debates tendría que hacerlos yo.

-Tú tienes tablas, Leta. Sabes sonreírle a la cámara con esos dientes blancos. Tus sonrisas ganarán el corazón de los españoles.

Me convenció. Empecé a ensayar mi mejor sonrisa en un espejo tridimensional que tenemos en el pasillo.

-¿Qué hace, mi Princesa? -me preguntó Maripuri.
-Estoy ensayando las sonrisas para el debate que tendré en el futuro próximo con Zapatero.
-Se le marcan las patas de gallo. -observó mi doncella-. Es mejor que no sonría tanto, mi Princesa. Los españoles nunca votarían a una candidata arrugada.
-¿Y las españolas?
-Menos. ¿No sabe que España es el país del mundo en el que se hacen más operaciones de cirugía estética?

Me desilusioné. Ganar elecciones es muy complicado. Si no van a votarme por una arruga en el entrecejo, mejor no me presento a las elecciones.

-¿Tengo posibilidades de ser la Reina de España sin pasar por las urnas? -le pregunté a mi doncella.

Maripuri consultó el tarot y me vio viviendo en un palacio.

-No puedo precisar si es La Zarzuela o La Moncloa, mi Princesa.
-Mira bien, Maripuri.
-Parece que es Versalles. ¿Le gusta Sarkozy, mi Princesa?

Mi doncella encontraba en el tarot un romance de una española con el presidente francés.

-Creo que es usted, mi Princesa. ¿Ve aquí la emperatriz?

No quise ver nada. A mí las cartas del tartot no me convencen cuando predicen un futuro que no me interesa. Dejé a Maripuri con sus cartas y me acerqué a nuestras oficinas.

-Acaba de llamar Rajoy pidiendo trabajo -me informó el contable Juan-. ¿Lo puedo contratar?
-Ni se te ocurra. Nuestro presupuesto es escaso.
-También llamó Llamazares para lo mismo.
-¿Alguien más?
-Sí, Alteza. Carod-Rovira tiene cinco aspirantes a Diputados en paro. Dice que saben mucho de política.
-Yo puedo darles un microcrédito a los políticos en paro para que emprendan una actividad productiva -intervinó el contable Carlos.

Marché a jugar con mis Infantitas. Los contables de mi Palacio quedaron discutiendo el futuro de los perdedores del 10 de marzo.

Monday, March 03, 2008

Elena cierra el negocio



La alegría también dura poco en la casa de los ricos. Mi cuñada Elena tuvo que cerrar el negocio inmobiliario porque Peñafiel andaba por las televisiones gritando "trabajo sí, pero negocios no". ¿Qué diferencia habrá? Según mi doncella, la única diferencia entre un empresario y un trabajador está en los ingresos.

-Dice Rajoy que la mayoría de los españoles somos currantes, incluidos ustedes los miembros de la Casa Real.
-¿Mis cuñadas son currantas?
-Primero son Infantas, mi Princesa.

No sé muy bien como definirme, pero lo cierto es que necesito incrementar mis ingresos. Una princesa debería ir siempre vestida de Prada para que la gente no ande por ahí criticándote.

-Hay 45 millones de e-mails diciendo que sus botas son viejas, Alteza -me informa el contable Juan-. ¿Quiere que le regale unas botas nuevas?
-No he pedido tu opinión.
-Yo siempre me he ganado la vida en España sin delinquir. Permítame ganar dinero para usted, Alteza.
-Para mí gana dinero mi marido el Príncipe, como corresponde en una familia tradicional.
-Yo soy su vasallo, Alteza. Míreme. Fíjese en mí. ¿No nota algo?

Pensé que estaba loco y no precisamente de amor.

-Soy un currante.
-El PP te ha comido las neuronas. Lárgate, contable Juan, y olvídate de mis botas.

Tal era la obsesión que le había entrado que me dio el día. A todas las mujeres que encontraba por los pasillos les decía que llevaban las botas viejas.

-¿Por qué andas descalza, Maripuri?
-Dice Juan que mis botas están viejas.
-Dame dinero para botas, cuñada -me pidió Elena-. No puedo ir a cabalgar descalza.
-Vete a trabajar.

No me hizo caso. Fue al despacho de Su Majestad y consiguió un cheque para comprar calzado.

-Juanito, yo también necesito unas botas nuevas. Éstas dan asco.
-Se me acabó el dinero, Sofí. Hasta que Zapatero no me dé el cheque de cuatrocientos euros no puedo comprarte calzado.
-Ponga las botas viejas, doña Sofía -le pedí-. Va a coger un catarro.
-¡Qué pobreza, Letizia! Con Franco vivíamos mejor.
-No diga eso, doña Sofía. Ahora tenemos libertad. Los candidatos a las elecciones debaten en las televisiones.
-¡Ay, Letizia! Estoy pensando en la niña. Pobrecita. ¿Qué va a ser de su futuro?
-¿Qué niña, doña Sofía? ¿Mi Leonor? Será reina.
-No, no.

¿A qué niña se refería entonces? ¿A Elena? Doña Sofía sigue llamándoles niñas a sus hijas.

-Sólo perdió los costes fijos, Majestad. Peor sería si hubiera perdido la esperanza de triunfar en los negocios.
-¿Ya perdió los costes fijos? ¿Qué significa, Letizia? ¿Está huérfana la niña?

El corazón me dio un vuelco. La niña era Leonor y estaba huérfana.

-¡Letizia!
-Mi Princesa se ha desmayado -oí decir a Maripuri-. ¿Qué le ha dicho, Majestad?
-Le estaba hablando de la niña de Rajoy, la del debate.
Volví a mí misma. La niña del cuento de Rajoy me importa menos que Caperucita.

-El contable Juan le compró unas botas, mi Princesa, pero creo que son de contrabando ruso.

Doña Sofía, una vez que comprobó que mis constantes vitales eran correctas, se calzó las botas rusas. Eran su número. Yo no las hubiera puesto ni aunque fuera la mujer más pobre del Reino.

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