Estoy impresionada con lo que ocurrió en Oslo. Cualquiera puede montar una gorda. Yo voy a tener que dejar de ir de inauguraciones. Ya le dije a mi Felipín que tenemos que mandar a nuestros dobles porque es un trabajo de alto riesgo, mucho peor que bajar a una mina. No, yo no vuelvo a un acto oficial en persona; prefiero bajar a una mina de carbón y allí ganarme la vida dándole martillazos al mineral. Es más seguro.
Hasta mi doncella Maripuri está impresionada. Ella tampoco quiere ir a actos multitudinarios. Me dijo que no volvía a ir a un concierto ni atada. A partir de ahora se dedicará a asistir sólo a espectáculos de estatuas humanas, músicos callejeros y cosas así. Te ahorras una pasta y estás a salvo de los locos de la extrema derecha.
Es tremendo, horrible. Estoy pensando en no mandar a mis Infantitas al colegio. Le tendrán que dar clase en La Zarzuela porque yo no arriesgo sus vidas en un colegio por donde puede aparecer un chalado cualquiera pegando tiros. Son las herederas del heredero. Debemos protegerlas de los chalados.
Tampoco Sus Majestades deben ir a las inauguraciones. Ya se lo dije a Su Majestad el Rey. Creo que no me entendió porque sólo piensa en su rodilla. Don Juan Carlos no cree que estemos en peligro. Es un hombre muy confiado, pero los tiempos han cambiado. Doña Sofía tampoco está preocupada. Dice que seguirá asistiendo a sus conciertos de música clásica. Que haga lo que quiera. Yo no voy a salir más de casa. Tengo que ponerme a salvo porque soy la futura Reina de España.