Ayer no cabía en mí de la alegría que tenía al saber que iban a dar una rueda de prensa aquí en Zarzuela. Pensé que iba a ser cierto lo que andaban diciendo por las redes sociales: El Rey abdicaría y servidora sería la nueva Reina de España. Encendí un Malboro y esperé fumando.
-Deja de fumar, Leta -me pidió mi Felipín-. Van a venir los periodistas y te van a criticar por no respetar la Ley del Tabaco.
-No, mi amor. Sólo me van a felicitar por ser la Reina Letizia.
-¿Qué dices, Leta?
-Que se acabó lo de tener que arrodillarme delante de Máxima de Holanda, Rania de Jordania, Matilde de Bélgica,... ¡Y tus hermanas tendrán que hacerme reverencias cada vez que nos crucemos en los pasillos de este Palacio!
-El Rey no abdica, Leta. Sólo se opera la cadera. El pobre tiene un virus ahí dentro y los médicos tienen que sacarle todo.
No perdí las esperanzas de ser Reina de España un viernes 20 de septiembre con 41 años recién cumplidos. Llamé a mi doncella Maripuri para vivir los últimos minutos antes del anuncio de tan gran noticia acompañada por mi fiel sirvienta.
-¿Seré Reina, Maripuri? -le pregunté.
-Lo será, mi Princesa, siempre que usted y don Felipe no se divorcien.
-Nunca lo dejaré, Maripuri. Yo por España mato.
-No hable usted como Belén Esteban, mi Princesa.
-¿Estoy guapa para las fotos?
-Guapísima, mi Princesa. Pero debe usted llorar algo para que la gente piense que está apenada por Su Majestad. Le voy a traer unas cebollas. Las corta y ya empieza a llorar.
Me negué a cortar cebollas. Allí no estábamos para lágrimas. Cuando a una la nombran Reina de España tiene que sonreír enseñando todos estos dientes que me ha blanqueado hace nada el dentista.
Al final no hubo risas. Casi pillo las cebollas y las corto para llorar más de lo que lloraba. Mi suegro seguía reinando desde el hospital o donde estuviera. No hubo suerte. Pero yo creo que en seis meses ese hombre no se recupera. Tendrá que abdicar. Puede marchar con su Corinna para Suiza igual que Cristina marchó con su Iñaki. Seguro que con el frío de las montañas suizas le marchan los males de las piernas.
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