Volví a ARCO después de estar por allí con mi Felipín. Había visto unos cuadros de amapolas preciosos para las habitaciones de mis Infantitas y los tenía que comprar o sí o sí. No les miré el precio, pero creo que no fueron caros. También me salieron muy bien de precio unos dibujos que le compré a un pintor argentino y unos sillones de diseño que me recordaron a los sillones que diseñaba Dalí.
Mi doncella Maripuri está escandalizada con mis compras. Dice que arruino al Estado con mis compras de arte. No es para tanto creo yo. Las Princesas siempre compraron obras de arte. Hasta María Antonieta compraba cuadros antes de que le cortaran la cabeza.
-Estos sillones son incómodos, mi Princesa.
-Los pondremos en el salón. Así cuando vengan las visitas no deseadas se irán pronto.
-¿No pensará ofrecerle asiento en ellos a doña Sofía, mi Princesa?
-¿Por qué no? A una suegra siempre se le ofrece la mejor silla de la casa, es decir, la más cara.
Doña Sofía no viene mucho por casa. Los fines de semana los pasa en Londres y los días laborables curra más que una funcionaria del Ministerio de Hacienda. Mis Infantas ya no la reconocían el otro día que vino a traernos unos dulces de Carnaval.
-Todavía no es Carnaval -le dije.
-Creo que te equivocas, nuera. En los supermercados ya están vendiendo lacones, chorizos, grelos, orejas y filloas. Me lo ha dicho tu doncella Maripuri.
Comimos los dulces. La nevera estaba algo escasa y, cuando no hay abundancia en la despensa, comes hasta lo que te regala la suegra. En nuestra nevera nunca hay mucha cosa porque siempre comemos fuera. Así ahorramos una cocinera. Hablando de comer fuera, el otro día estuve en Lucio con una amiga y me puse hasta las cejas de patatas con huevos aprovechando que no nos quisieron cobrar.
Creo que volveré a pasarme por ARCO. Dejé unos cuadros de elefantes sin comprar que son ideales para el despacho de Su Majestad. Seguro que le encantan.
Mi doncella Maripuri está escandalizada con mis compras. Dice que arruino al Estado con mis compras de arte. No es para tanto creo yo. Las Princesas siempre compraron obras de arte. Hasta María Antonieta compraba cuadros antes de que le cortaran la cabeza.
-Estos sillones son incómodos, mi Princesa.
-Los pondremos en el salón. Así cuando vengan las visitas no deseadas se irán pronto.
-¿No pensará ofrecerle asiento en ellos a doña Sofía, mi Princesa?
-¿Por qué no? A una suegra siempre se le ofrece la mejor silla de la casa, es decir, la más cara.
Doña Sofía no viene mucho por casa. Los fines de semana los pasa en Londres y los días laborables curra más que una funcionaria del Ministerio de Hacienda. Mis Infantas ya no la reconocían el otro día que vino a traernos unos dulces de Carnaval.
-Todavía no es Carnaval -le dije.
-Creo que te equivocas, nuera. En los supermercados ya están vendiendo lacones, chorizos, grelos, orejas y filloas. Me lo ha dicho tu doncella Maripuri.
Comimos los dulces. La nevera estaba algo escasa y, cuando no hay abundancia en la despensa, comes hasta lo que te regala la suegra. En nuestra nevera nunca hay mucha cosa porque siempre comemos fuera. Así ahorramos una cocinera. Hablando de comer fuera, el otro día estuve en Lucio con una amiga y me puse hasta las cejas de patatas con huevos aprovechando que no nos quisieron cobrar.
Creo que volveré a pasarme por ARCO. Dejé unos cuadros de elefantes sin comprar que son ideales para el despacho de Su Majestad. Seguro que le encantan.